18 may 2014

Madrid Desconocido: Los milagros de San Isidro

En esta ocasión os voy a contar de manera breve alguno de los milagros del patrón de Madrid: San Isidro.

Nació en 1082 y murió en 1172, con una edad de 90 años, algo muy inusual para aquella época.

Tenía una altura de 1,80 m, lo cual también era algo extraordinario para la época.

Se casó con María de la Cabeza, con la cual tuvo un hijo llamado Illán, y trabajó primero como pocero y después como labrador para Iván Vargas, uno de los terratenientes mas ricos y poderosos de Madrid.

La iglesia le atribuye un total de 438 milagros "demostrados", algunos realizados en vida y otros después de su muerte. Os voy a contar algunos de ellos.

El milagro mas famoso es el del pozo. Siendo su hijo Illán un bebé, éste se cayó a un pozo tan profundo que su madre no pudo rescatarle. Cuando Isidro llegó de trabajar en el campo, se encontró a su mujer María de la Cabeza llorando de manera desconsolada. Los dos se pusieron a rezar con tal devoción que el agua del pozo ascendió milagrosamente hasta la superficie del mismo con el niño a flote y a salvo.
Este pozo se encuentra en el Museo de los Orígenes, en la plaza de San Andrés, en un edificio situado en el antiguo emplazamiento de la casa de Iván Vargas, el amo de Isidro, donde éste nació y murió.
En el mismo museo hay una capilla construida en el siglo XVII en las dos habitaciones que habitaron Isidro y María de la Cabeza, y en la que parece que falleció Isidro.

Pozo del milagro en el Museo de los Orígenes

Pozo del milagro en el Museo de los Orígenes

Capilla en el Museo de los Orígenes

Otro milagro famoso ocurrió en los terrenos propiedad de la familia Vargas situados en la ribera oeste del río Manzanares cerca del puente de Segovia, donde Isidro pasaba el día labrando los campos.

Un día muy caluroso, Iván Vargas le visitó y le pidió de beber. Como se le había acabado el agua, Isidro golpeó con su cayado en una roca y dijo "cuando Dios quería, aquí agua había”, y en ese mismo instante brotó un chorro de agua del suelo. Posteriormente, allí se alzó una pequeña capilla.

En el siglo XVI, cuando Carlos I y su hijo, el futuro Felipe II, enfermaron de fiebres y no había remedio que les curase, bebieron agua de ese manantial y se curaron de manera milagrosa. Tras ello, en 1528, Isabel de Portugal, la esposa de Carlos I, mandó construir una ermita sobre las ruinas de la antigua capilla para custodiar el manantial. Esta ermita a lo largo de los años fue reformada y ampliada, hasta que en 1725 se construyó una nueva ermita que es conocida como la Ermita de San Isidro. El edificio actual es idéntico a la ermita original de 1725, que fue destruida durante la Guerra Civil. 
El lugar donde brotó el agua sigue siendo una fuente a la cual acuden los madrileños creyendo en las propiedades curativas de sus aguas. En ella se pueden leer los milagros atribuidos a las aguas, y que fueron aceptados por la Iglesia durante el proceso de canonización de San Isidro.

Fuente de San Isidro
Fuente de San Isidro



















Calle Pretil de Santisteban, nº 3
Otro de los milagros atribuidos a Isidro es aquel que cuenta que los bueyes con los que trabajaba araron la tierra con ayuda de un ángel mientras que Isidro se dedicaba a rezar.

La cuadra donde se guarecían los bueyes estaba situaba en la calle Pretil de Santisteban, nº 3. Desde el siglo XVII existe una capilla que marca cual era la ubicación de la cuadra. Cuando en el siglo XIX se construyó el edificio actual, se dejó una habitación en la planta baja donde hay un pequeño altar con figuras de San Isidro y Santa María de la Cabeza, que sólo se abre al público el día de la festividad de San Isidro, el 15 de mayo.




Capilla Cuadra de San Isidro

Tras la muerte de Isidro en 1172, se le siguieron atribuyendo milagros. Cuando falleció su cuerpo fue amortajado y enterrado sin ataúd delante de la iglesia de San Andrés, en un terreno que se usaba como cementerio. En el año 1212, los restos fueron exhumados, descubriéndose que el cuerpo estaba incorrupto y la mortaja sin dañar, a pesar de llevar 40 años enterrado.

Ese mismo año 1212, el rey Alfonso VIII en una visita a Madrid tras la victoria de la Batalla de las Navas de Tolosa, vio el cuerpo de Isidro y reconoció en él al pastor que le había guiado a él y a sus tropas por un camino secreto a través de la Sierra Morena, facilitando su victoria sobre los musulmanes en dicha batalla. El rey le construyó una capilla y donó un arca de madera para conservar el cuerpo.

Desde entonces, el cuerpo incorrupto de Isidro se convirtió en una reliquia que podía curar cualquier enfermedad, y que sacaban en procesión en períodos de sequía.

Durante el reinado de Felipe III, éste, que estaba gravemente enfermo, mandó que le llevasen el cuerpo para ver si se curaba, como así ocurrió. En agradecimiento, el rey inició los tramites para su beatificación, que finalmente tuvo lugar en 1619, mientras que su canonización ocurrió en 1622.

La obsesión por tener una parte del cuerpo como reliquia ha llevado a la monarquía y a la nobleza a realizar auténticas barbaridades: Se le ha arrancado un diente, se le ha amputado el brazo derecho y se le ha arrancado el dedo gordo del pie, ¡con los dientes!.

A pesar de estas mutilaciones, el cuerpo se conserva intacto en la Colegiata de San Isidro, y sólo se expone al público en muy excepcionales situaciones. Es posible que el cuerpo sea mostrado en el 2022, al cumplirse los 400 años de su canonización, o en el 2082, cuando se cumplan los 1000 años desde su nacimiento.

El cuerpo incorrupto de San Isidro y las reliquías de Santa María de la Cabeza se puede venerar en una capilla pequeña situada detrás del altar de la Colegiata de San Isidro.

Cuerpo incorrupto de San Isidro

Camarín de San Isidro en la Colegiata de San Isidro

¡Os espero en la próxima!

Fuente
"Madrid Oculto. Edición especial" de Marco & Peter Besas de la editorial La Libreria, capítulo "San Isidro: Don Milagritos".

1 comentario:

  1. Muy bien documentada esta entrada. No sabía que se le habían atribuido tantísimos milagros y que la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa (Jaén) se debiera en parte a la "colaboración" de San Isidro. Yolanda y yo durante nuestros primeros años viviendo en Madrid gustábamos de acudir a la explanada de San Isidro durante las fiestas que se celebraban en su honor.

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